Cuando la "seducción" no se muestra en las pantallas de televisión, sino afuera −por más "pantallero" que sea el escenario− y sin ni siquiera quererlo, la comunidad se escandaliza. El alboroto se da por la maldición que carga la palabra cuerpo y aún más por aquella otra, carne. No hay ropa que vista o más bien desvista ese concepto errado que tenemos, porque se aplaude el uso de pequeñas prendas en los desfiles, incluso se le da un puntaje; pero descalifican la minúscula tela si hay una violación.
Lo peor es que no es la primera que lo vivencia, en algún momento cada una ha sido víctima de acoso. Yo lo fui y no iba en minifalda, iba tapada de pies a cabeza. Entonces, cuál es la excusa: ¿Menos ropa, que no haya ropa, la falta de educación, el machismo constante, la perversión de los sistemas de poder? Me sucedió dos veces, fui vulnerada, la carne tocada y más allá de la piel, el sentido de ser mujer. Me pregunté una y mil veces por qué, lo hice mientras lloraba y me sentía detestable. No lo deseo a nadie. A mí solo me manosearon, a ella la violaron. Me sigue doliendo ser mujer. ¿Y a usted, qué es lo que le duele?